lunes, 2 de octubre de 2023

La mosca en el parabrisas

Cuando viene el metro, subo la música y miro hacia otro lado. No quiero que mi vista alcance tan siquiera la línea amarilla, no quiero que mis talones se despeguen un centímetro de la pared. El índice se aferra a la tecla de subida, buscando el equilibrio para no caer. La mano sudorosa tiembla y moja la pantalla, la funda y el bolsillo. La otra busca desesperadamente el pantalón, con su tacto áspero y rugoso, que devuelve la caricia en forma de pelo de mascota. Noto que la sangre me sube a los oídos y palpita al ritmo de la canción, que suena lejana y embotada, como el quejido de una gaviota desde el fondo del mar. Y yo, que me siento como un pez en una tacita de cristal, temo acabar en cualquier desagüe. Redondas y corcheas recorren, revolotean; las notas musicales se agolpan, me marean; el ritmo ruge y rompe con fuerza desmedida, y tras la súbita subida llega la intensa caída. Una gotita de lluvia, un chasquido imperceptible; el "click" de un ratón óptico, el "tic" de un reloj sin prisa; el "bip" de un sensor mecánico, la mosca en el parabrisas. Tan leve, tan poco humano; tan breve como un verano; tan frío, mecanizado. Un grito desconsolado. Las ruedas repiquetean levemente hasta que cesa, como las fauces de un lobo que mastica hambriento su presa. El vacío al que me enfrento, despojado de mi voz, gana cuando suena "Jueves", de La Oreja de Van Gogh. 

domingo, 25 de abril de 2021

Una amistad eterna. (Relato siniestro)

Por fin sonó el despertador, tenía muchas ganas de que amaneciese. Hoy, es el día en el que da comienzo mi nueva vida. Por fin vuelvo a ser libre; por fin puedo verlos a todos. He desayunado muy rápido porque quería aprovechar bien el tiempo. Casi me atraganto con la hebra de una mandarina, ¡qué subidón de adrenalina! Hacía mucho que no sentía nada igual. Lo que no me ha gustado tanto es la luz de sol directamente sobre mi retina. La luz se distribuía mejor cuando solo tenía acolchado blanco a mi alrededor.

Me he traído un croissant para la reunión. Amigos, ¡cuánto os echo de menos! Mi mente recuerda los viejos tiempos mientras mis manos acarician las dulces flores. Recuerdo cuando Amanda se empapó entera con la manguera, ¡cómo nos reímos! Después, me mojó a mí también. Eso ya no me hizo tanta gracia. Cuando la brisa acaricia mi piel, recuerdo a Jorge y a su ventilador. ¡Bendito ventilador! Cómo nos salvó de las calurosas tardes de verano. Siempre lo encendía y era mágico, como un oasis en el desierto, pero hacía un ruido extremadamente molesto que yo solo quería acallar. Y Lidia, ¡ay, Lidia! Siempre aparecía con deliciosos pasteles de manzana, aunque me enfurecía que no trajera algo diferente para mí sabiendo que tengo alergia a las manzanas.

Un olor característico me saca del mundo de los recuerdos y me trae de vuelta a la realidad. Solo quedan doce pasos para reunirme con ellos, con mis mejores amigos, en nuestro cobertizo. Uno, dos, tres: desde lejos ya me ves; cuatro, cinco, seis: para siempre me querréis; siete, ocho, nueve: mis amigos no se mueven. Diez, once, doce: ahora nadie os reconoce. Desde el umbral de la puerta, observo la escena con emoción. Veo el ventilador, lleno de polvo y en silencio; la manguera picada sigue unida a un grifo oxidado. De los pasteles, solo queda una bandeja llena de bichos satisfechos. Primero saludo a Amanda, que ha amarilleado un poco. No debí dejarla tan cerca de la luz del sol. Después, me acerco a Lidia y a Jorge, pero no consigo distinguirlos. Google me dice que el cráneo femenino tiene una mandíbula más redondeada, así que estoy sosteniendo a Lidia. Cuidadosamente, vuelvo a colocarla en su lugar. Me siento entre ellos y, feliz, comienzo a comer mi croissant. ¡Amigos, por fin juntos otra vez!

viernes, 22 de mayo de 2020

XIII

Las mentiras son verdades por caminos diferentes; 
cuando lloras por los labios y con ojos sonrientes;
han pasado muchos daños pero nunca te arrepientes;
el tiempo hoy ha marchitado el amor indiferente. 

miércoles, 13 de mayo de 2020

XII

Te miro y pienso:
"me lo esperaba";
sonrío y miento:
"no pasa nada".

XI

¿Qué cabe en un corazón?
El rojo, mi perdición;
el latido del tambor;
el estruendo del amor. 
¿Qué cabe en un corazón
cuando se ha partido en dos?
Cabe el delirio; también la furia;
caben dolores; caben penurias.
Caben recuerdos, ¡que se escabullan! 
Caben amores, ¡que se destruyan!

X

Ya no tengo más minutos;
ya no tengo más paciencia.
El llorar regó los frutos
en el árbol de la ciencia.
Si es comida y es pecado,
como Eva: capital;
yo me quedaré a tu lado
como vid sabor a sal.
Ya no tengo más minutos;
se me ha acabado el tiempo;
ya se han podrido los frutos;
yo ya me fui con el viento.

IX

Tal vez ya no soy tan fuerte;
tal vez no lo fui jamás.
Tal vez me creí inocente
en el arte de dañar.
Tal vez inconscientemente
pude verse apagar
la luz de mi alma y mi mente
por mi mano y voluntad.