Poeticidia
Cuando las entradas están sin comentarios, es porque os he dejado sin palabras.
lunes, 2 de octubre de 2023
La mosca en el parabrisas
domingo, 25 de abril de 2021
Una amistad eterna. (Relato siniestro)
Por fin sonó el despertador, tenía muchas ganas de que amaneciese. Hoy, es el día en el que da comienzo mi nueva vida. Por fin vuelvo a ser libre; por fin puedo verlos a todos. He desayunado muy rápido porque quería aprovechar bien el tiempo. Casi me atraganto con la hebra de una mandarina, ¡qué subidón de adrenalina! Hacía mucho que no sentía nada igual. Lo que no me ha gustado tanto es la luz de sol directamente sobre mi retina. La luz se distribuía mejor cuando solo tenía acolchado blanco a mi alrededor.
Me he traído un croissant para la
reunión. Amigos, ¡cuánto os echo de menos! Mi mente recuerda los viejos tiempos
mientras mis manos acarician las dulces flores. Recuerdo cuando Amanda se empapó
entera con la manguera, ¡cómo nos reímos! Después, me mojó a mí también. Eso ya
no me hizo tanta gracia. Cuando la brisa acaricia mi piel, recuerdo a Jorge y a
su ventilador. ¡Bendito ventilador! Cómo nos salvó de las calurosas tardes de
verano. Siempre lo encendía y era mágico, como un oasis en el desierto, pero hacía
un ruido extremadamente molesto que yo solo quería acallar. Y Lidia, ¡ay, Lidia!
Siempre aparecía con deliciosos pasteles de manzana, aunque me enfurecía que no
trajera algo diferente para mí sabiendo que tengo alergia a las manzanas.
Un olor característico me saca del
mundo de los recuerdos y me trae de vuelta a la realidad. Solo quedan doce
pasos para reunirme con ellos, con mis mejores amigos, en nuestro cobertizo.
Uno, dos, tres: desde lejos ya me ves; cuatro, cinco, seis: para siempre me
querréis; siete, ocho, nueve: mis amigos no se mueven. Diez, once, doce: ahora
nadie os reconoce. Desde el umbral de la puerta, observo la escena con emoción.
Veo el ventilador, lleno de polvo y en silencio; la manguera picada sigue unida
a un grifo oxidado. De los pasteles, solo queda una bandeja llena de bichos
satisfechos. Primero saludo a Amanda, que ha amarilleado un poco. No debí
dejarla tan cerca de la luz del sol. Después, me acerco a Lidia y a Jorge, pero
no consigo distinguirlos. Google me dice que el cráneo femenino tiene una
mandíbula más redondeada, así que estoy sosteniendo a Lidia. Cuidadosamente,
vuelvo a colocarla en su lugar. Me siento entre ellos y, feliz, comienzo a
comer mi croissant. ¡Amigos, por fin juntos otra vez!
viernes, 22 de mayo de 2020
XIII
miércoles, 13 de mayo de 2020
XII
XI
X
ya no tengo más paciencia.
El llorar regó los frutos
en el árbol de la ciencia.
Si es comida y es pecado,
como Eva: capital;
yo me quedaré a tu lado
como vid sabor a sal.
Ya no tengo más minutos;
se me ha acabado el tiempo;
ya se han podrido los frutos;
yo ya me fui con el viento.
IX
tal vez no lo fui jamás.
Tal vez me creí inocente
en el arte de dañar.
Tal vez inconscientemente
pude verse apagar
la luz de mi alma y mi mente
por mi mano y voluntad.